jueves, 2 de noviembre de 2017
Benditas diferencias.
Por Carlos Muñoz-
Hoy toca ser duro con una inercia que está marcando una brecha enorme en nuestra sociedad: la guerra de sexos.
Para comenzar analizaremos la información arquetípica de lo que una mujer y un hombre son. Esta información está basada en el diseño natural, en los millones de años de evolución que llevamos como especie.
En una pareja, el hombre, que tiene unas cualidades determinadas más desarrolladas que otras, tiene una función muy precisa. La mujer, que tiene otras, tiene otra función muy distinta pero complementaria.
La energía masculina, por diseño, te dota de la fuerza, de la orientación espacial, de la determinación, de la capacidad de decisión, de la rapidez física, de la acción, de la pulsión protectora, de la necesidad de salir del territorio… Durante millones de años nos pasamos saliendo de la cueva para cazar y regresar posteriormente, ahí se definieron y consolidaron esas cualidades masculinas.
La energía femenina te dota de la inteligencia, capacidad organizativa, empatía, comunicación, paciencia, ternura, capacidad de introspección, se encuentra cómoda en su territorio, pulsión por alimentar, cuidar… Durante millones de años fueron las encargadas de organizar el territorio y de conseguir que no fuera un caos.
Echando un vistazo a las cualidades de ambos grupos, se hace obvio que ambos se especializaron en funciones diferentes dentro de la pareja por una simple cuestión de garantizar al máximo la supervivencia, no había lucha de poder, cada uno tenía una función clara y precisa. Vamos, que durante todo ese tiempo de evolución se instaló a fuego en nuestro ADN la información de la NECESARIA COLABORACIÓN entre ambos.
Claro que en aquella época no había televisión, ni multinacionales, ni gobierno mundial a la sombra, ni un sistema educativo adoctrinante, etc. Vivíamos libres de todos esos factores estresantes y por lo tanto no había interferencias en la evolución normal de los seres humanos.
Pero hoy día ya nada es como en aquella época, hoy las interferencias están por doquier. A veces da la sensación de que incluso hay una CLARA INTENCIÓN de que vivamos en el miedo y de separar a los seres humanos entre culturas, entre razas, entre religiones, entre ideas políticas, entre orientaciones sexuales, y ENTRE SEXOS, claro.
La realidad actual es que vivimos en una sociedad caracterizada por el miedo a todo, y en la que además los hombres y las mujeres ya no siguen sus roles originales. Llevamos sólo unos cientos de años de esta “sociedad del bienestar”, y eso no eclipsa los millones de años de evolución que pasamos en armonía perfecta con la naturaleza.
Queremos seguir viviendo en este sistema (Matrix) que nos mantiene desconectados de nuestra verdadera naturaleza y vivir en armonía, eso simplemente es IMPOSIBLE. Se hace evidente cuál será nuestro futuro de seguir así…
Para alcanzar el equilibrio como sociedad, para madurar, para dar un salto cuántico debemos replantearnos las bases del sistema. Este sistema está caduco y como siempre, para cambiar un sistema entero lo más efectivo es empezar por los niños. Enseñarles que toda forma de pensamiento es igual de válida, enseñarles a gestionar adecuadamente las emociones, enseñarles a amar lo diferente tanto como lo propio, y por supuesto enseñarles con el ejemplo y dejarles madurar siguiendo sus ritmos individuales. Siguiendo estos criterios y algunos otros, podríamos dar un salto de gigante en tan sólo una generación, el único factor que puede impedir ésto somos NOSOTROS. De la misma manera que no podemos dar aquello que no tenemos, tampoco podemos enseñarlo. Por lo tanto no tenemos escapatoria, si o si tenemos que empezar por nosotros, por sanar nuestra percepción de la vida, y en el tema que nos ocupa, la visión de los 2 sexos.
Tenemos que empezar por conocer nuestro diseño natural, la información que nos sirvió para vivir en sintonía entre nosotros y con nuestro entorno. Podemos “sumergirnos” en esa información y aplicarla en la medida de lo posible en nuestras vidas. Sabiendo que es imposible vivir como entonces, podemos aspirar a acercarnos al otro con aquella mirada. Hoy día los roles en la pareja se han perdido totalmente: una mujer que no se ha “hombrificado” es un fracaso, al igual que el hombre que no se ha “mujerizado”. Y con este escenario, lo único que podemos hacer es PONER CONCIENCIA.
Y aquí se me ocurren 2 opciones: que los hombres y las mujeres trabajen su equilibrio masculino-femenino individualmente o que una pareja haga EL GRAN BAILE juntos. Lo llamo así porque cuando uno de los 2 hace cambios internos, su pareja consciente de lo que está ocurriendo, hace movimientos para dejar a su cónyuge el espacio que necesita. Y poco a poco, a base de pequeños movimientos en el Inconsciente, los 2 se van reubicando hacia su sentido lugar.
El resultado es el mismo, armonizar esas energías en ti. Pero cuando tienes la suerte de contar con una pareja que tiene el mismo grado de compromiso que tú con ese asunto, el camino se convierte en un regalo hermoso, el aprendizaje gracias a la retroalimentación que te aporta va mucho más rápido.
Estas líneas no van para aquellas personas que tienen un funcionamiento contrario al arquetipo: zurdos y zurdas biológicas. Se trata de hombres femeninos y de mujeres masculinas que por una serie de circunstancias tienen grabado a fuego el funcionamiento inverso. Estas personas no deberían cambiar lo que es natural para ellos porque no se sentirían a gusto. Que quede claro que este otro funcionamiento también se da en la naturaleza y no es ninguna anomalía.
Tenemos a nuestra biología en conflicto con nuestra forma de actuar y ver la relación de pareja. Pero cuando empiezas a trabajar en ti, poco a poco llegan los cambios y empiezas a sentirte mejor. Es una sensación muy profunda, empiezas a sentir que algo dentro de ti se relaja. ES LA SEÑAL DE QUE ESTÁS EN TU SITIO. Y desde ahí, cuando miras al otro sexo, no percibes el rechazo que nos han inculcado en esta sociedad, lo respetas profundamente porque te estás respetando tú al ponerte en tu lugar. El respeto se da de forma natural sin que nadie te diga lo que es correcto o no.
Hombres y mujeres somos unos seres maravillosos y afortunadamente muy diferentes. Benditas esas diferencias que hacen que la relación entre ambos pueda ser algo maravilloso. Asumamos esas diferencias, sólo así se dará la comprensión del otro. Una vez más parece claro que el trabajo para cambiar el mundo empieza por trabajar en tu propia visión de él.
Carlos Muñoz (Software Rojo).
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