domingo, 13 de febrero de 2011

LA METÁFORA DE LA CONCIENCIA

La materia está habitada por algo inmaterial que se insinúa detrás de formas, propiedades y números , y pareciera aportar cualidad y propósito a cada cosa. Vibraciones, algoritmos, resonancias, analogías e isomorfismos nos permiten presentir en cada grano de materia un punto de anclaje y de pasaje de un océano de vida.



El río de la evolución con todos sus afluentes y el mar de la unidad al que se dirige tendrían una sola esencia: la conciencia. Esa esencia sería el componente de los quarks y las galaxias ; la conciencia daría al vacío su plenitud de posibilidades y haría de cada punto del espacio el sitio de cruce de múltiples hilos o dimensiones de un tejido dinámico que se teje a si mismo en cada instante.

Talvez sea la consciencia ese campo unificado que buscamos y constituya una matriz virtual subyacente a todas las interacciones. En esta visión expandida la conciencia es esencia del amor y del dolor, del apego y de la libertad. Es sustancia de la partícula y sus interacciones; es el campo relacional en todas las relaciones. La conciencia llevaría así implícita la tendencia hacia la unión, como un campo invisible y omnipresente de relación. En ese campo de conciencia nacemos, soñamos, aprendemos, crecemos, morimos, renacemos.

Podríamos asimilar los reinos de la naturaleza a estados evolutivos de la conciencia. Con el ascenso a niveles sucesivamente emergentes y cada vez más incluyentes, los estados superiores de conciencia pueden así jalonar el proceso ascendente y dar cuenta de cómo toda la evolución asciende.

En esta perspectiva la progresiva emergencia de lo humano como el nivel evolutivo en que la conciencia se hace consciente de si misma, nos permite vislumbrar el paisaje de fondo de una evolución, en la que la humanidad asciende hacia si misma con todos los reinos de la tierra . Conciencia de la conciencia, todas las facetas de la evolución se conjugan en el hombre para ascender al nivel superior, el quinto reino o reino del alma.



Seríamos así la evidencia de un sendero de regreso, hollado antes de nosotros por esos héroes interiores que señalaron con sus propios pasos, la posibilidad de un camino espiritual a través del ser humano. La humanización es el proceso de la creación en el que la criatura participa conscientemente del rol del Creador. El hombre crea. Recrea la vida. Esto implica la renovación de antiguas formas y la adaptación del plan evolutivo a las condiciones del presente. La naturaleza se actualiza en el hombre. El hombre actualiza la naturaleza - sembramos conciencia- Cosechamos una conciencia expandida y con las mejores semillas escogidas renovamos la siembra. Así toda la naturaleza se renueva.

Cada acción consciente es una señal en el sendero para todos aquellos o aquello que aún remotamente nos han de suceder, ya sea el hijo que prolonga nuestra vida, la piedra que pisamos, el perro que nos mira o la flor que nos brinda su aroma.

Cuando este proceso evolutivo se acelera en ese punto crucial en que la conciencia se hace reflexiva volviéndose sobre si misma, la espiral evolutiva gira cada vez más rápidamente, hasta un nivel crítico de la evolución, en que los espacios se comprimen en el punto y los tiempos se funden en el instante. En ese espacio.-tiempo de infinita densidad la sincronicidad y la no localidad son propiedades emergentes de una conciencia que resuelve el misterio de tiempos y distancias en la quinta esencia del alma. Cesa entonces el movimiento de la conciencia y en el punto cero del presente la quietud y el silencio revelan la desnudez el ser.

Somos el encuentro de posibilidades infinitas de la conciencia evolutiva, con la que nuestra propia conciencia puede interactuar. La conciencia, el observador, el alma, interactúan con el campo cuántico para emerger al mundo tangible. La conciencia alcanza así su faceta creadora.

La conciencia fluye en la gran cadena de la vida, encadenando todo al número, a las matemáticas, a la geometría, a la psicología, a la ciencia y en particular a ese arte sublime del regreso por el sendero de la unión que pareciera ser la religión del amor. Todo en todo, lo minúsculo en la esencia de lo más expandido, el programa del macrocosmos aún implícito en el punto infinitesimal del vacío, es conciencia, ora expandida y desplegada, ora implicada e infinitamente contraída.

En el instante cósmico en el que el camino de regreso de la naturaleza pasa a través del cuarto reino, la conciencia se hace reflexiva y es consciente de si misma.

La conciencia despierta la conciencia. Cuando el científico investiga, descubre las leyes de la naturaleza y revela las propiedades de los elementos, la conciencia viaja al fondo de si misma y se despierta.

La conciencia de la conciencia o conciencia reflexiva es una cualidad especial que empieza ya a manifestarse en la evolución con la capacidad que tiene la vida de autorecrearse. Esta autopoiesis es catalizada por la conciencia de la conciencia, inherente a aquello que es humano. El ser humano es un catalizador de la evolución, un punto centro- reunión de los tres reinos de la naturaleza, un espacio tiempo sagrado y especial donde se pueden revelar las fuerzas implícitas del amor, que han conducido la creación por el progresivo sendero de la fusión .

Jorge Ivan Carvajal Posada

No hay comentarios:

Publicar un comentario