Un niño vive levemente, fluidamente, porque vive con gratitud.
La vida es gratis, el aire, tu inteligencia, el sol que se levanta en la mañana… son gratuitos.
Acariciar no te cuesta nada. Mirar con ternura no requiere más esfuerzo que un mirar indiferente.
Llevar a la gente a tu interior e iluminarla en tu corazón no es nada costoso.
Como niños gocemos de la vida que es gratis para todos.
También el tiempo es gratuito en su esencia. Un segundo sigue sin esfuerzo a otro segundo, y aunque el tiempo horizontal del reloj sea una carga para nuestra percepción, en la pausa sólo reina el vacío de la gratuidad.
Es grata la pausa de la que ha nacido el pensamiento y la música, porque en ella habita el pensador, una expresión del mismo Dios al interior.
Cuando nacemos al presente, no solo estamos presentes, sino que somos presentes. Ser un presente es SER un regalo.
Ese es el más bello significado de los regalitos en Navidad.
El SER no tiene precio, es invaluable; de su profundidad brota una corriente de gratitud que nos conecta a lo que es leve y ascendente como el aire que el fuego ha calentado.
El servir es la forma que el SER tiene de vivir.
Navidad es un tiempo para nacer al proceso de darse, de dar el SER.
Cuando damos un libro, un poema, una oración, damos un regalo, pero realmente la cualidad del darnos en todo cuanto damos, es el mejor modo de dar sentido a nuestra vida: Es el modo de rendirnos, entregándonos.
Hacemos el vacío y alcanzamos la plenitud, multiplicamos nuestro potencial entregando lo mejor de nuestra vida; legamos su cosecha abundante sembrando en el surco de la tierra vulnerable, la de aquellos que nos necesitan, nuestras mejores semillas.
Jorge Carvajal - Diciembre 2012
jueves, 20 de diciembre de 2012
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