Llevamos años afirmando
que el hecho de que la cirugía, la quimioterapia y la radioterapia sean los
tratamientos de referencia en el abordaje del cáncer no se explica de ninguna
manera. Y hemos dado razones más que suficientes
para justificar tan rotunda afirmación.
A pesar de lo cual muchos médicos se resisten a asumirlo porque les
resulta difícil entender y aceptar que los oncólogos considerados miembros de
una e la especialidades más complejas y mejor pagadas de profesión, puedan
estar tan equivocados como reiteradamente venimos denunciando. Y eso que el
propio Mariano Barbacid, director del Centro Nacional de Investigaciones
Oncológica (CNIO) y considerado en España la máxima autoridad en Oncología, ha
reconocido públicamente que los tratamientos actuales son ineficaces en la
mayoría de los casos algo a lo que los oncólogos respondieron de inmediato
diciendo que quien así habla carece de experiencia clínica. Bueno, pues el
oncólogo que entrevistamos en este número, el doctor Javier Herráez, sí la
tiene. Y corrobora cuanto hemos estado
diciendo. Ya no lo decimos pues nosotros.
Lo dice alguien que se ha hartado de ver morir a sus pacientes tras
aplicarles los protocolos oficiales. Alguien que incluso ha tenido la valentía
de ir mas allá y explica a quien quiera escuchar, para empezar, que es
indignante que a un enfermo de cáncer se le pronostique cuánto le queda de vida
porque ningún médico sabe eso y no puede amparase en las estadísticas para
hacer tamaña extrapolación. Sin embargo se hace muy a menudo para que el
paciente, al decírsele claramente que “lo suyo no tiene cura y va a morir sin
remedio”, acepte entrar en el protocolo de algún nuevo fármaco experimental
“que tiene muy buenas expectativas” –siempre se les dice lo mismo a los
enfermos con todos los fármacos que se prueban porque si no se negarían-
aunque, eso sí, dejando claro que no es más que “una posibilidad sin garantía
alguna” ya que saben que la mayoría terminará muriendo y temen la reacción de
los familiares. Es decir, se le dice al enfermo que está desahuciado y luego se aprovecha su desesperación –y la
de su familia- para ofrecerle una vaga esperanza… a la que la inmensa mayoría,
como es lógico, se agarra cual claro ardiendo.
Lo que ya no se le explica claramente casi nunca –cuando legalmente es
obligatorio- es que puede tocarle estar
en el grupo al que se va a dar el placebo en lugar del fármaco experimental y,
por consiguiente, al de persona a las que se va a dejar morir sin darles nada
útil para saber si funciona o no. Y,
claro, el paciente tampoco sabe que los laboratorios pagan por cada enfermo que
los oncólogos reclutan para experimentar con ellos nuevos productos hasta 6.000
euros por “cobaya humana”. Dinero que va
al oncólogo, al hospital en el que trabaja o a alguna fundación que se suele
crear ex profeso para ello El
enfermo-cobaya no ve ni un euro. Y todos
sabemos que cuando hay tanto dinero de por medio mucha gente está dispuesta a
dejar de lado la ética. Por eso se
reconoce ya sin ambages que “la industria farmacéutica influye demasiado en el
quehacer clínico de los oncólogos”. Javier Herráez no duda tampoco en aseverar
que “el actual uso masivo de la quimioterapia no se justifica en absoluto
porque lo máximo que se suele conseguir con ella es prolongar la vida unas semanas
o unos meses y con una calidad de vida mucho peor” Asimismo echa abajo el mito
de que la reducción del tamaño de un
tumor implique un aumento del tiempo de supervivencia. “No está demostrado ni
científica ni médicamente que una cosa se correlacione con la otra”. Es más, asevera que en todos los años en los
que se le enseñó a tratar enfermos con quimioterapia no vio más de dos o tres
curaciones o posibles curaciones” y por
eso le parece inaceptable que hoy se medique con ella tan a menudo a los enfermos. Obviamente no puede extrañar que para este
oncólogo desengañado la Quimioterapia no se justifique actualmente ya “ni como
primera, ni como última opción”. Ni que agregue: “Hay que desmitificar la
Quimioterapia porque no es la solución en la mayoría de los casos”.
DSALUD
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