domingo, 1 de mayo de 2011

Biografía: Sri Nisargadatta Maharaj

Nunca olvidaré una frase suya: «Hubo una época en que me consideraba a mí mismo un ser humano varón, casado y con hijos; entonces me encontré con mi Gurú y bajo su iniciación e instrucción llegué a saber que yo soy el Brahman».


Sri Nisargadatta Maharaj «nació» en Bombay como Maruti Shivrampant Kampli, en el mes de marzo de 1897 y murió de un cáncer de garganta el 8 de Septiembre de 1981, a la edad de 84 años. Su nacimiento coincidió con el auspicioso día de Hanuman Jayanti; de ahí el nombre de Maruti. La infancia del joven Maruti pasó en Kandalgaon, un poblado a alguna distancia de Bombay, al cual su padre se había trasladado en el «año de la plaga». Maharaj decía que su recuerdo personal más antiguo era quizás ser llevado sobre los hombros de su padre, dirigiéndose hacia una colina mientras el sol se asomaba sobre la cima. Con el curso del tiempo, los ingresos de la granja fueron insuficientes para mantener a la familia. Después de la muerte de su padre en 1915, primero el hijo mayor, y después Maruti mismo, tuvieron que volver a Bombay para ganarse el sustento de la familia.

Maruti comenzó su carrera como dependiente en una empresa privada, pero con su temperamento independiente y emprendedor, pronto se estableció por cuenta propia. (Una de las muchas coincidencias que he estado notando desde el inicio de mi relación con Maharaj es que, inmediatamente después de que yo hubiera escrito este párrafo particular —de hecho al día siguiente— aconteció que Maharaj mencionó que él era tan independiente por naturaleza que nunca pudo soportar presión de ninguna clase por parte de nadie: «Mejor un día de independencia que toda una vida sin libertad» —me dijo con una sonrisa de inteligencia).

Maruti Kampli comenzó su aventura en los negocios con una tienda donde hacían y vendían bidis (cigarrillos hechos a mano), y en un período relativamente corto llegó a ser el propietario de ocho de tales tiendas. En 1924 se casó. Tuvo cuatro hijos —un hijo y tres hijas. La prosperidad económica no pudo aportar a Maruti mucho contento. El ambiente profundamente religioso, la tradición ritualista de la familia en general y su temprana relación en Kandalgaon con un instruido Brahmín llamado Vishnu Gore, habían encendido en él, a una edad muy temprana, las inevitables preguntas concernientes a las relaciones entre el Hombre, el Mundo exterior y Dios.

Infancia, juventud, matrimonio, progenie —Maruti vivió la vida monótona y sin acontecimientos de un hombre común hasta su mediana edad, sin ningún atisbo de la santidad que había de seguir. Entre sus amigos de este periodo, había uno, Yashwantrao Bagkar, que era discípulo de Sri Siddharameshwar Maharaj del Navanath Sampradaya (rama del hinduísmo relacionada a la filosofía Advaita). Bagkar era muy consciente de la sincera e intensa búsqueda de Maruti por la Verdad, y un día decidió llevarlo a su Gurú. En palabras de Maharaj: «Bagkar prácticamente me forzó a acompañarle cuando fue a visitar a Sri Siddharameshwar Maharaj. Incluso él mismo compró la tradicional guirnalda de flores que el discípulo coloca alrededor del cuello del Gurú». Poco después, Maruti recibió la iniciación de su Gurú y prosiguió sus actividades espirituales con un celo y una determinación innatas, hasta que culminaron en su logro de la realización (iluminación). Esto aconteció entre 1933 y 1936.

Sri Siddharameshwar entró en Mahasamadhi en 1936. Al año siguiente, Sri Nisargadatta Maharaj decidió de repente abandonar a su familia y sus prósperos negocios y peregrinar por todo el país. Después de visitar varios lugares y templos sagrados en la India del Sur y hallándose ya en camino hacia el Norte a fin de pasar el resto de su vida en los Himalayas, se encontró con un condiscípulo suyo. Tras discutir con él, Sri Nisargadatta llegó a la conclusión de que tales peregrinaciones no eran realmente necesarias y que era mucho más significativo llevar una vida activa de acción desapasionada. Cuando Maharaj regresó a Bombay, encontró que todas sus tiendas, excepto una, se habían perdido, pero tranquilamente decidió que era suficiente para sus necesidades mundanas. Desde entonces, todo ha acontecido espontáneamente, nada ha sido hecho con intención deliberada o esfuerzo consciente.

Cuando se sentaba en su tienda de bidis atendiendo su negocio tranquila y eficientemente, algunos amigos venían a verle y la conversación giraba siempre sobre el mismo tema, Paramartha —el significado último. Estas conversaciones llegaron a ser tan populares, que siempre había una pequeña multitud fuera de la pequeña tienda escuchando sus perlas de sabiduría. Así pues, cuando su hijo fue capaz de hacerse cargo de la tienda, Maharaj se retiró al altillo que, para su uso personal, había construido sobre su casa, y que asumió desde entonces la sacralidad de un ashram.




Maharaj en la entrada a su pequeño departamento en Bombay.



Ocasionalmente Maharaj hace referencia al momento de la muerte y a cómo una experiencia que es traumática para una persona ordinaria, se convierte en motivo de gran éxtasis para el Jnani. A veces dice que sabe esto debido a que ha presenciado su propia muerte. Yo hice algunas indagaciones y éste es el incidente al cual aparentemente se refiere:

Hace algunos años, solía celebrarse todos los domingos por la tarde un programa de Bhajans en la residencia de Sri Bhainath Maharaj (Sri Sabnis), uno de los condiscípulos de Maharaj, y Maharaj asistía invariablemente. Un domingo, un discípulo de Maharaj pasó a por él para llevarlo a la residencia de Sri Sabnis, y encontró a Maharaj muy enfermo en la cama, y a los miembros de la familia muy inquietos. Maharaj no quería que ningún médico lo examinara: sugirió que el discípulo se fuera a la casa de Sri Sabnis y le dijera que continuara con el programa habitual. Pero el discípulo no se movió del lado de Maharaj, y por último llegó Sri Sabnis para averiguar qué había pasado. Maharaj insistió en que Sri Sabnis y el discípulo regresaran y completaran el programa de Bhajans usual. Ellos obedecieron a su pesar, pero volvieron tan pronto como terminaron los Bhajans junto con varios discípulos más. Grande fue su contento cuando encontraron a Maharaj sentado y muy mejorado. Unos pocos días después, en una de sus conversaciones, Maharaj contó que aquella tarde estuvo en realidad presenciando su propia muerte, y que había sido un momento de éxtasis.

Enseñanza de Maharaj

Maharaj aclara a menudo que aquellos que llegan a él con la esperanza de un consejo que pueda reportarles beneficio material, alivio físico o solaz mental se desilusionarán, pues él nunca discute tales temas. Quizás por esto no se ha convertido en un Gurú «popular». Quienes esperan una confirmación de sus conceptos o formas de religión favoritos no solamente se desilusionarán, sino que incluso pueden sentirse agraviados y frustrados por algunas de las frases de Maharaj.

¿Qué enseña Maharaj entonces? Como a menudo él mismo dice, todo lo que hace es presentarnos un espejo espiritual en el cual podamos, si queremos hacerlo seriamente, ver nuestra verdadera imagen. Si nos aventuramos a hacerlo, su enseñanza básica podría, quizás, resumirse como sigue: El universo entero (Mahadakash) existe sólo en la consciencia (Chidakash), mientras que el Jnani tiene su morada en lo Absoluto (Paramakash). En lo Absoluto —eseidad pura— no hay consciencia de «yo soy» y es anterior a los pensamientos y a las palabras. Luego, sin ninguna razón aparente, de manera espontánea la consciencia se convierte en existencia. En la consciencia el mundo aparece y desaparece. Todo lo que es, es Mí mismo, todo lo que es, es Mío. Antes de todos los comienzos, después de todos los finales, Yo Soy. Acontezca lo que acontezca, Yo debo estar aquí para presenciarlo. Por lo tanto, no es que el mundo no exista, el mundo aparece en la consciencia, la cual es la totalidad de lo conocido en la inmensidad de lo no conocido. Lo que comienza y acaba es mera apariencia. Del mundo puede decirse que aparece pero no que es.

Maharaj nos dice que siempre que un individuo sueña, tiene la experiencia del mundo creándose en la consciencia. Cuando una persona no está plenamente despierta y la consciencia meramente se mueve, entonces sueña; y en su sueño, en esa minúscula mota de consciencia, en una fracción de segundo, se crea un mundo entero exactamente similar al mundo de la vigilia, y en ese mundo se ven la tierra, el sol, colinas y ríos, y gentes —incluido el soñador mismo— comportándose exactamente como en el mundo de la vigilia. Mientras la persona está soñando el mundo del sueño es muy real: sus experiencias —tanto de placer como de dolor— son extremadamente realistas. Pero una vez que se despierta, la totalidad del sueño se sumerge en la consciencia dentro de la cual se originó. «En el estado de vigilia —dice Maharaj—, el mundo emerge debido a la ignorancia (Maya) y nos introduce en un estado de sueño-despierto. Tanto sueño profundo como vigilia son nombres erróneos, pues en ambos usted está sólo soñando; sueña que está despierto o sueña que está dormido. Sólo el Jnani conoce el verdadero despertar y el verdadero dormir. Vea todo como un sueño y permanezca fuera de él… El principal punto que hay que entender es que usted ha proyectado sobre usted mismo un mundo de su propia imaginación, basado en recuerdos, deseos y temores, y que usted se ha apresado a usted mismo en él. Dése usted cuenta de eso, rompa el hechizo y sea libre».

Maharaj resume repetidamente su enseñanza pidiendo a sus oyentes que vayan más allá de sus palabras, «Regrese a su Origen y more en él». El Origen es la Realidad, nuestro verdadero estado, antes de la llegada de la consciencia, cuando no hay necesidades de ningún tipo, el estado antes de la ilusión de los aconteceres: concepción, nacimiento, desarrollo de la vida y, finalmente, la muerte del cuerpo. «Usted» está siempre separado de todo este «acontecer», meramente presenciándolo.

«Saber con una convicción definitiva —dice Maharaj— que usted no está en el cuerpo ni en la mente, aunque es presenciador de ambos, es ya conocerse a sí mismo. La liberación no es una cuestión de adquirir algo, sino una cuestión de fe y de convicción de que usted ha sido siempre libre, y una cuestión de coraje para actuar de acuerdo con esta convicción. No hay nada que cambiar; únicamente cuando la idea misma de cambio se ve como falsa, lo sin cambio puede mostrarse por sí mismo».

El enfoque de las enseñanzas de Maharaj suele sorprender a sus oyentes. Por ejemplo, sobre el tema del amor lo habitual ha sido siempre decir que no puede haber progreso espiritual sin amor hacia los demás. Este planteamiento podría ser fácilmente motivo de frustración para el buscador honesto que sabe que él no ama —ni puede amar— a los demás como a sí mismo. Qué alivio, por lo tanto, oír decir a Maharaj: «Sea sincero con su propio ser real. Ámese a usted mismo absolutamente. No pretenda que usted ama a los demás como a usted mismo. A menos que usted se haya dado cuenta de que los demás son uno con usted mismo, no podrá amarlos. No pretenda ser lo que usted no es, no se niegue a ser lo que usted es. Su amor por los demás es el resultado del autoconocimiento, no su causa».

Y finalmente, qué alentador escuchar a Maharaj decir: «Lo que usted ha aprendido aquí es una semilla. Aparentemente podrá olvidarlo. Pero esa semilla vivirá, y a su debido tiempo brotará, crecerá, y dará flores y frutos. Todo acontecerá por sí mismo. Usted no necesita hacer nada: solamente, no lo impida».




Ramesh S. Balsekar
31 de marzo de 1980

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