martes, 6 de diciembre de 2011

QUERIDO FERMÍN

Sé que me escuchas en el silencio, ahí donde la paz y la luz, la sabiduría y el amor son peremnes. Sé que estás aquí, con nosotros ayudándonos y amándonos, aportando tu luz para que juntos iluminemos esta tierra, para que no se nos olvide quienes somos.

Tuviste que partir, solo Dios sabe por qué haces más falta allí que aquí, de todas formas tu presencia es eterna y sigue aquí junto a nosotros, especialmente junto a tus seres queridos que tanto te añoran.
Tu partida duele, duele el no verte, el no escucharte, duele imaginarse que nunca más te veremos con la forma que has dejado. Ese dolor lo vivimos, hermano, y lo entregamos a Dios para que lo redima y convierta en amor.

Siento gratitud Fermín, siento un enorme agradecimiento por lo que has aportado en esta vida, por tu generosidad, tu entrega a los demás, tu alegría compartida, tu fuerza vital, por tu lucha por el bien, por tu creatividad, por tenernos siempre en un vilo, manteniendo en nosotros la esperanza. el misterio y la ambición de construir una realidad mejor, un cielo en la tierra.

Siento el amor de los que te hemos conocido, brotando hacia ti, germinando el camino que continuamos. Siento tu paz, hermano, la paz que has ganado viviendo entregado, la paz con la que nos sigues abrazando.

Sé que estás bien, que Dios te llamó y tuviste que volver a pesar de quienes aquí dejas. Sé que en tu nueva forma, más libre y plena continuarás ayudándonos. A pesar del dolor de no verte, siento el regocijo de tu amor, la alegría de quién ha acabado su trabajo y debe emprender una tarea nueva, mayor. Pido desde aquí tu compañía, para los tuyos, para los que te aman, para los que ahora necesitan sentir tu presencia, tu amor.

Gracias hermano, gracias por tu vida, ha sido un honor compartir camino contigo.

Te quiero hermano, hasta siempre.

SINTERGETICA

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