domingo, 24 de abril de 2011

ENERGIA Y CONCIENCIA

Hilos de luz y color, conciertos celulares de sonido, tejidos de emociones y pensamientos, la trama de la energía va formando campos de expresión de la única realidad: la conciencia. Conciencia material en el cuerpo físico que estudia la medicina occidental, conciencia electromagnética en el campo de energía que modulan las medicinas energéticas, conciencia emocional y mental que estudian las diferentes ramas de la psicología, conciencia transpersonal de la religión. Los niveles de energía son niveles de conciencia. La conciencia conduce a la relación, haciendo del nuestro, un universo relacional que evoluciona hacia la unión. La unión consigo mismo en el hombre es conciencia de sí. La conciencia grupal es conciencia del alma que se manifiesta en servicio y hermandad.

Desde la conciencia del átomo hasta a conciencia transpersonal, en la que el hombre se reconoce como agente del alma, la evolución es el ascenso de la conciencia por sucesivos estados vibratorios de la energía que denominamos cuerpos o campos, pero que en última instancia son estados de conciencia que manifiestan diferentes propiedades energéticas. Comprendiendo que toda vida es la expresión de un campo unificado de conciencia, desde la perspectiva bioenergética es tan importante el nivel de la conciencia material de células y moléculas, como su manifestación transpersonal a nivel del alma.

Eso que llamamos vida es así, un nivel de expansión de la conciencia en la que, como decía Teilhard de Chardin, la trama evolutiva se va haciendo reflexiva por un proceso de enrollamiento sobre sí misma.
La Revolución de la conciencia.
Necesitamos hoy trascender el modelo individualista de práctica médica hacia un modelo transdisciplinario que va más allá del propio marco cultural, y accede a un universo transpersonal y transcultural. La última y no por menos importante de las consecuencias, es el actual proceso de síntesis, en el que diferente modelos terapéuticos empiezan a revelar más su complementariedad que sus aparentes contradicciones, y se pueden ver, en la perspectiva bioenergética, como fases de un único proceso que ha abarcado desde el nivel biológico hasta el cultural. El contexto de dicho proceso es el de una revolución de la conciencia cuya escala es, cuando menos, planetaria.

La conciencia del terapeuta

A veces, por no decir que casi siempre, nos embarga el sentimiento de que, a pesar del portentoso avance en el campo de la comprensión de los procesos del cuerpo denso hasta el nivel bioquímico, estamos aún trabajando en un campo humano de energía e información que no conocemos. Más duro aún, es comprender que frecuentemente nos vemos abocados a tratar de resolver en otros, aquello que aún no hemos podido resolver en nosotros mismos. Y cuando la terapéutica se realiza en frío, desde un nivel externo, alimentado por la memoria y la fórmula sin vida, la patología se perpetúa, no sólo en el paciente sino en nuestro propio vacío interno, que surge cuando nos aprisionamos en una rutina que se repite automáticamente día a día. Una reformulación del qué hacer médico, de la relación médico paciente y del mismo marco de nuestro ejercicio profesional se pone a la orden del día. Así como el psicoanalista ha debido vivir el proceso de psicoanálisis, y el homeópata ha experimentado frecuentemente en si mismo los síntomas propios de un medicamento, es aún más importante que el terapeuta tenga un conocimiento vivencial de aquellas prácticas que involucran la participación de los procesos de la conciencia.

Si nuestros estados de salud son un reflejo directo de nuestros estados de conciencia y, más aún, si la opinión que tenemos de nosotros mismos –una variedad de la conciencia de sí- es un factor mayor para definir el pronóstico futuro de nuestra salud, ¿qué estamos haciendo como terapeutas para mejorar nuestro propio equilibrio mental y emocional que forzosamente se refleja en la calidad de interacción con nuestros pacientes?..¿Qué hacemos efectivamente por mejorar nuestro estilo de vida –el nuestro y el de los enfermos- ¿Nos hemos comprometido en una estrategia preventiva?

¿Incrementamos la conciencia –en otras palabras liberaos- o seguimos anclados al viejo modelo que genera cada vez mayor dependencia y termina por minimizar los propios recursos biológicos y culturales de los pacientes? La experiencia nos dice que la respuesta a preguntas cruciales, en el estado de cambio vertiginoso que afrontamos en la era postmoderna, no son las más halagüeñas. Pareciera que las nuevas necesidades crecen a una velocidad mayor que nuestra capacidad para ofrecer soluciones creativas y prácticas.

La emergencia de la Sintergética

La Sintergética es una hija del surgimiento de la nueva cultura, producto de una humanidad diferente a aquella que debimos como médicos abordar con criterios casi puramente bioquímicos. Estas necesidades, que incluyen el suministrar una respuesta seria al desafío de la creciente polución electromagnética y el desarrollo monstruoso de la petroquímica, también se relacionan hoy con la elaboración de estrategias que nos permitan afrontar ese vacío existencial, que se ha hecho más intenso en el clímax del consumismo y la crisis en los antiguos patrones de relaciones.
El terapeuta para la nueva cultura no podrá ser el antiguo médico metido en la camisa de fuerza de actitudes, valores y creencias que se pretenden aplicar, como por inercia, a un hombre que ya no existe. El software.la información, la conciencia del mundo y de si- trasforma de tal manera el Hardware, el disco duro de su realidad molecular, que después del ingente bombardeo de los medios masivos de comunicación, el mismo cuerpo humano no podrá tener idénticos patrones de respuesta. Los nuevos desafíos ya no sólo incluyen la necesidad de dar respuesta a la contaminación microbiana, química y electromagnética, sino que imponen la búsqueda de soluciones para un problema de repercusiones más globales para la calidad de la vida humana: el de la polución informática. Medicina de la conciencia que se diversifica en cascadas de información, energía y materia, la Sintergética asume la conciencia misma como el común denominador que puede integrar paradigmas médicos y técnicas terapéuticas, en una meta visión que dé vigencia social a una medicina que, de tal modo, será más humana.

Hemos de ver la amenaza como un desafío para crecer; como una preciosa oportunidad para humanizarnos. Y esta humanización es la armonización de patrones relacionales representados en la incesante búsqueda de relaciones humanas justas. Estas y la armonización relacional del individuo consigo mismo y con la naturaleza, serán así capítulos esenciales dentro de las nuevas ciencias de la vida, como disciplinas concebidas para sistemas abiertos en permanente transformación. Lejos de los extremos del materialismo estrecho y del vitalismo idealista, lejos incluso de un holismo que totaliza pero no aporta soluciones pragmáticas, la medicina postmoderna expone un integrismo dinámico y fluido, que ya empieza a abrirse paso en un marco relativista, para el que la verdad no es más que un momento de síntesis, en el que múltiples tendencias confluyen para crear la dinámica momentánea de la vida.

En busca de sentido

Más que un ente biológico, el hombre es un ser relacional profundamente marcado por las huellas de una cultura de síntesis que, sin negar las peculiaridades y riquezas de cada subcultura, nos ha englobado en una corriente planetaria. La transformación de la conciencia humana supone un desplazamiento de la simple lucha por la existencia hacia una cada vez más vívida necesidad de trascendencia, en la que las funciones grupales, el sentido de la vida, la responsabilidad frente a la vida planetaria se hacen cada vez más tangibles. Ya no basta la ausencia de malestar físico, emocional, mental y social. Se reconocerá que algún grado de desequilibrio es el motor de los procesos humanos. Ya no será suficiente la lucha contra la enfermedad y la muerte, -estas incluso podrán ser vistos como contingencias necesarias en un camino de aprendizaje vital- Estará al orden del día, por sobre todo, un sentido de vivir, una finalidad, la búsqueda de un propósito, el descubrimiento de un cauce para la propia corriente. Tal vez el resultado sea la conciencia plena de ser parte esencial y activa de una corriente mayor que se moviliza por el gran cauce de la creación.

En esta cultura naciente se adivina una generación de hombres en los que el genio intuitivo y el intelecto, el físico y el chamán, l místico y el científico, empiezan a realizar unas síntesis vivenciales que nos aporta una nueva visión de la realidad. Eso que llamamos el mundo objetivo es relativo al observador, lo que en otros términos pierde expresarse en la conocida aserción “Vemos el mundo no como es sino como somos.” El rápido y profundo cambio en nuestra imagen ha transformado la imagen del mundo en que vivimos; pero el cambio en la forma de concebir el universo produce a su vez un cambio en nuestro patrón de relaciones con ese universo, lo que provoca el hecho de que muy pronto nuestra propia imagen se vea de nuevo profundamente alterada. El ciclo se cierra y se fortalece, y una nueva transformación en la imagen del mundo tendrá ocurrencia. Así, nuestras relaciones con el universo se transforman en una espiral sin fin cuyo acceso es cada vez más vertiginoso. Es por ello que anclarse hoy a las antiguas formas de pensamiento –que cada vez son menos antiguas- es una forma de suicidio inconsciente, una especie de marginamiento de la corriente de la evolución (Podríamos decir aquí que la evolución es el mismo movimiento de la conciencia).

Los agentes de salud en la nueva cultura

Cuál podría ser nuestra participación en medio de este proceso crucial?

No se le puede pedir peras al olmo, ni amor a quien no se ama, ni esperanza a quien no cree en su potencial humano. No podemos dar paz si nuestro pensamiento finaliza en los enlaces moleculares. No podemos contribuir en la expansión continua de la conciencia, que caracteriza los procesos humanos, si no hemos recreado el mundo en el propio campo totipotencial de nuestro silencio humilde. Antes aprendimos la materia médica, la ciencia del cuerpo. A veces me pregunto si ya estrenamos el cerebro, si somos por lo menos respetuosos del instinto, si además de dosificar en miligramos por kilo, sabemos conducir sin desgaste inútil el enorme potencial del pensamiento hacia un objetivo.

Si los médicos conociéramos tan sólo la inmensa utilidad de imaginar vívidamente, si asumiéramos conciencia de cuánto nuestro compromiso, nuestro entusiasmo y nuestras creencias inciden en el campo de conciencia del paciente; si sólo pensáramos que nuestra actitud repercute más duradera y profundamente que las moléculas que manipulamos; si pensáramos que una de las causas de la crisis de la medicina contemporánea es la profunda disociación entre nuestra mente y nuestro corazón, lo que nos ha llevado a una especie de esquizofrenia existencial; si pudiéramos acallar el pensamiento y la memoria por unos momentos y sólo escuchar; si permitiéramos unos instantes la expresión de la ternura, y dejráramos a un lado el propio miedo del fracaso y la pesada impotencia impuesta por la rutina gris sin recompensa externa; si la satisfacción nos viniera desde adentro, y empezáramos a descubrir el sendero de nosotros mismos; si supiéramos que como servidores tenemos un destino y un propósito en el seno de la familia humana; si simplemente, en fin, pudiéramos fluir en el propio cauce y en la misma dirección de la corriente propia, una inmensa paz sería nuestra mejor herramienta terapéutica. El seguro más seguro. El mejor canal de la eficiencia.

Alguien decía que todas las acciones son como ceros que no tienen valor sin un dígito que los preceda. Y la paz interior es el dígito. Sin paz interior perdemos la economía energética.

Un agente de salud en la Nueva cultura será ante todo un servidor armado de altruismo con amplitud de miras, capacidad de síntesis, espíritu de servicio, y por sobre todo, un compromiso permanente con el hombre cuya necesidad creciente exige respuestas que abarcarán desde el bienestar del cuerpo físico hasta el descubrimiento de un sentido real de la existencia.


JORGE CARVAJAL

martes, 19 de abril de 2011

SINTERGETICA

La Sintergética es un código de lectura sistémico que integra diferentes cosmovisiones culturales y propone una visión de síntesis, acorde con los desarrollos de la ciencia contemporánea.


Esta metavisión integrativa ha permitido la investigación y desarrollo de métodos y herramientas en el campo de las ciencias biológicas con especial énfasis en las ciencias de la salud.


Desarrollada por un grupo de médicos de varios países hispanoamericanos liderados por el Dr. Jorge Iván Carvajal Posada, médico colombiano de la universidad de Antioquia, la sintergética propone una visión de síntesis que integra las cosmovisiones de las culturas tradicionales del mundo y la cultura moderna



La salud, la enfermedad, la ciencia, la conciencia, la información y la energía, son vistos a la luz de la antigua tradición integradora de la gran cadena de la vida. Con este hilo conductor se estudian nuestros diferentes modos de ver el mundo, para integrarlos en una visión que recrea la unidad inherente en la diversidad.


La sintergética adopta la definición sistémica de la vida, propuesta por la biología moderna, concibiéndola como un patrón de información dinámico e inteligente que interactúa con la estructura disipativa del cuerpo.


Aceptando que esta interacción de patrones de información con nuestro cuerpo es un proceso de aprendizaje, la sintergética asume que vivir es aprender, de lo que surge la necesidad de definir la vida no sólo en términos de información, energía y materia, sino también en términos de conciencia.


Una consecuencia de este tipo de visión, y su desarrollo en el campo terapéutico, es que la salud y la enfermedad no sólo son el producto de intercambios de materia y energía, sino que representan especialmente el resultado de nuestros niveles o estados de conciencia. Lo que creemos y pensamos de nosotros mismos es el más importante factor indicador de nuestra salud. En otras palabras, la salud y la enfermedad están estrechamente relacionadas con el desarrollo y empleo de nuestra conciencia.


El estudio de la conciencia y su relaciones con la información, la energía y la materia, ha permitido en sintergética el desarrollo de nuevos abordajes de antiguas propuestas terapéuticas, como las reflexoterapias, y de modernos desarrollos como la neuroplasticidad cerebral. Para tal efecto la sintergética ha desarrollado tecnologías apropiadas de armonización de los campos biológicos - sistemas RAM y tecnologías de la conciencia- y ha generado un modelo de formación en permanente evolución.


Este modelo incluye entre otros temas : el estudio de los campos biológicos, la cibernética y las bio-resonancias, las ciencias de la conciencia, la biología de la luz y la tecnología del láser blando infra- rojo, y el uso de técnicas no invasivas de reflexoterapia y terapias manuales del biocampo."

VIA VIDA

lunes, 18 de abril de 2011

San Juan de La Cruz

Entréme donde no supe:
y quedéme no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

1. Yo no supe dónde estaba,
pero, cuando allí me vi,
sin saber dónde me estaba,
grandes cosas entendí;
no diré lo que sentí,
que me quedé no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

2. De paz y de piedad
era la ciencia perfecta,
en profunda soledad
entendida, vía recta;
era cosa tan secreta,
que me quedé balbuciendo,
toda ciencia trascendiendo.

3. Estaba tan embebido,
tan absorto y ajenado,
que se quedó mi sentido
de todo sentir privado,
y el espíritu dotado
de un entender no entendiendo.
toda ciencia trascendiendo.

4. El que allí llega de vero
de sí mismo desfallece;
cuanto sabía primero
mucho bajo le parece,
y Su ciencia tanto crece,
que se queda no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

5. Cuanto más alto se sube,
tanto menos se entendía,
que es la tenebrosa nube
que a la noche esclarecía:
por eso quien la sabía
queda siempre no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

6. Este saber no sabiendo
es de tan alto poder,
que los sabios arguyendo
jamás le pueden vencer;
que no llega su saber
a no entender entendiendo,
toda ciencia trascendiendo.

7. Y es de tan alta excelencia
aqueste sumo saber,
que no hay facultad ni ciencia
que la puedan emprender;
quien se supiere vencer
con un no saber sabiendo,
irá siempre trascendiendo.

8. Y, si lo queréis oír,
consiste esta suma ciencia
en un subido sentir
de la divinal esencia;
es obra de su clemencia
hacer quedar no entendiendo,
toda ciencia trascendiendo.

martes, 12 de abril de 2011

PETER GARIAEV,LOS TRABAJOS DE SU EQUIPO

Ignorar, o entender tan pobremente el rol de este 98% del genoma humano, es un error apreciable. Más aun, el que comprendamos correctamente el rol de la información genética representada por el 2% “conocido” del ADN, debería ser cuestionado, especialmente cuando el otro 98% es en el presente terra incógnita, terreno desconocido.
Es justo decir que actualmente entendemos pobremente el ADN. Esto es obvio, puesto que al nivel actual de conocimiento genético, no podemos curar completamente el cáncer, resistir el SIDA, vencer a la tuberculosis, o prolongar las vidas de las personas por encima de los 100 años.
Las, inicialmente, brillantes promesas de las creaciones de la investigación transgénica se han convertido tan solo en peligrosos “alimentos” híbridos que son extremadamente tóxicos para la biosfera, de la cual todas nuestras vidas dependen.
La clonación de animales solo ha producido horribles e inservibles criaturas, o animales que envejecen prematura y anormalmente, como en el conocido caso de la oveja Dolly.
¿Como vamos a poder trascender esta condición de abundancia de experimentos defectuosos y peligrosos, en la que muchos resultados inconsistentes y de gran riesgo son causados por la falta de una comprensión adecuada del ADN y por una dramática deficiencia en alcanzar a comprender los principios operativos fundamentales del genoma humano?
Para conseguir el éxito en nuestros intentos de tratar varios problemas médicos y curvar los procesos del envejecimiento humano, es claramente necesario entender los lenguajes por los cuales las células se comunican.
Hasta cierto punto, aquellos de nosotros que hemos sido pioneros de la “genética de onda” o genética ondular, hemos conseguido este propósito. Parece ser que los lenguajes que estábamos buscando, existen, de hecho, en el 98% incomprendido del ADN, o ADN “basura”, contenido en nuestro propio aparato genético. El principio básico de estos lenguajes genéticos es similar al lenguaje de las imágenes holográficas, así como a los textos construidos por el habla humana.
¿Que nos brinda este nuevo conocimiento? La respuesta es que ahora entendemos estos mecanismos. Hemos experimentado ampliamente con los procesos físicos y las descripciones matemáticas de estas funciones de información guiadas genéticamente. Hemos construido un sofisticado equipo de laboratorio y aparatos matemáticos que nos permiten modelar precisamente las funciones de información de las células vivas y de todo su ADN, incluyendo la red neuronal.
Estos dispositivos representan los primeros “bio-computadores cuánticos”, los cuales nos han permitido: 1) conseguir transferencias distantes(multikilométricas) de información metabólica y genética en forma de campos físicos especiales; 2) introducir estas informaciones en bio-sistemas humanos; y 3) realizar funciones de manejo estratégicas concernientes a bio-sistemas, sistemas bio-químicos y actuales condiciones fisiológicas. En particular, hemos descubierto que es posible regenerar glándulas endocrinas en animales. Por los mismos métodos, hemos curvado significantemente los procesos de envejecimiento en células humanas e incluso, hemos hecho crecer nuevos dientes humanos adultos en individuos que los habían perdido.
Hay que agregar que para probar el alcance de su teoría el equipo de Gariaev realizó experimentos modulando ciertos patrones de frecuencia ¡y consiguió reparar cromosomas dañados por rayos X! Tal y como explican Grazyna Fosar y Franz Bludorf en su libro Vernetzte Intelligenz -en el que se ocupan ampliamente de las investigaciones de Gariaev- llegaron incluso a capturar patrones de información de un ADN y lo implantaron en otro reprogramando así las células de éste. De esa manera consiguieron ¡transformar embriones de rana en embriones de salamandra! Insistimos: simplemente transmitiéndoles nuevos patrones de información del ADN. Un proceso que se realizó sin los efectos colaterales derivados de la manipulación directa de los genes.

jueves, 7 de abril de 2011

LA ENFERMEDAD ES MI PROBLEMA, ES MI RESPONSABILIDAD

El hombre es milagroso en cuanto que puede transformar su pasado.
Algunos dicen “no se ocupen del pasado que el pasado ya no existe”, pero el pasado está vivo, presente, doloroso, en cada una de nuestras células, frecuentemente, produciendo enfermedades.

El problema del pasado es simplemente que haya pasado, que lo dejemos atrás como una estatua congelada.

Pero al pasado hay que hacerlo presente vivo para transformar su historia, para leerlo en otro código, para interpretarlo en el código del amor y cuando interpretamos el pasado en el código del amor, nuestras heridas de la infancia se sanan.

Y ahí nosotros somos los psicólogos, los psiquiatras, podemos sanar nuestra vida; todos estamos llenos de dolores, y a veces de dolores absurdos, que cargamos en la vida sin ni siquiera reconocer que existen.

La técnica respiratoria es muy importante, sobre todo la fase de pausa respiratoria,
¿por qué razón?
Porque cuando tú, respiras lentamente y haces una pausa en la inspiración, la energía del inconsciente y el subconsciente sale a flote, es decir se pregunta
¿qué pasa aquí que no están respirando?
En ese momento el inconsciente hace aflorar a la consciencia una parte a la que no habíamos tenido acceso, de la que éramos víctimas pero que no habíamos reconocido nunca en la vida, y en ese momento podemos dialogar con el subconsciente y podemos sacar nuestras heridas más profundas.

Cuando hacemos eso podemos ir más lejos, así es, como actuamos, para la autosanación.
Yo puedo decirme, por ejemplo, ¿de dónde viene esta alergia?, si tengo una alergia y quiero librarme de ella.

La alergia es algo que rechazo, un virus, una bacteria, un hongo, el frío, el calor, pero eso no es del todo cierto, eso es quedarnos muy cortos.

No hay personas que sean alérgicas sólo al frío, las personas alérgicas al frío también tienen miedo a la soledad, tienen miedo al frío del alma, al frío en los sentimientos, a la frialdad del papá o de la mamá, al desafecto, es decir, el frío es simplemente, un símbolo.
“Cuando yo soy alérgico a algo, hay algo… que rechazo… o que temo”.
Entonces si quiero cambiar mi alergia, reconozco mi alergia.

Si sé que no reconozco mi alergia porque me hace sentir vergüenza, entonces trabajo con la vergüenza: ¿qué cosas en la vida, me evocan vergüenza?

Luego experimento el sentimiento de la vergüenza y veo como experimento la vergüenza, a veces me pongo pálido y frío, otras veces me pongo rojo como un tomate, otra lo experimento como un vacío o como un hueco a nivel del plexo solar, la puedo experimentar de muchas maneras.

Dónde y cómo experimento la alergia, me da una idea de la parte de mi energía, que está comprometida.

Vamos a ver otro sentimiento, el miedo, yo diría que la mitad de nuestros lumbagos son por miedo.

El miedo provoca más lumbago que todas las hernias discales, todos los problemas articulares, todos los problemas de columna, porque el temor hace que metamos, literalmente, el rabo entre las patas, cerramos el esfínter anal interno, a ese nivel,
hay un centro de energía muy importante y nos cerramos a la vida, contraemos toda la musculatura lumbosacra, esa parte queda mal irrigada y nos dan unos lumbagos terribles,
y ese lumbago, es el nombre clínico … del miedo.

Si logro reconocer el núcleo del miedo, si logro observar mi cuerpo y veo que tengo los glúteos y toda esta parte contraída, si logro respirar hacia esa zona y liberar el sentimiento del miedo, y llamar al miedo y decirle “tú eres la mejor parte de mi mismo, cuando asciendes y te revelas, eres mi prudencia, ya no eres miedo, sino que eres prudencia, eres parte de mi amor también”.

Cuando yo, a través de la respiración, logro ascender esa energía del miedo y logro transmutarla al altar del corazón, que es donde realmente nace el hombre que puede sanarse y puede sanar la vida, entonces desaparece el lumbago.

Mi resentimiento, mi odio, frecuentemente, está anclado en mis articulaciones.
Yo estoy así totalmente rígido. A veces, con el puño apretado en la noche, inconscientemente, dispuesto a pegar y a agredir. Pues bien, ese dolor articular, es resentimiento congelado en esa parte del cuerpo.

Si logro experimentar ese dolor y asociarlo a mi sentimiento de ira y a mi resentimiento,
y logro comprender que mi resentimiento es algo que se construye en el plexo solar,
que bloquea la energía aquí y no permite a la energía acceder a mi corazón, ni a mi sistema inmune, puedo hacer mucho más que el reumatólogo, o puedo ayudarle mucho, para curar y sanar mi artritis y yo soy responsable, no tengo que esperar que el reumatólogo me resuelva el problema.

La enfermedad es mi problema, no es el problema del médico, es mi responsabilidad, yo también tengo que ver con eso. La medicina no puede ser el arte de pasarle la pelota al médico, porque le pagamos.

La nueva medicina de la consciencia, es el arte de responsabilizarnos, de nuestra vida y de descubrir que realmente podemos hacer mucho, por nuestra vida.
Frecuentemente, vemos que una persona con un cáncer ha tenido un shock, o una pérdida afectiva muy grande.

Si una pérdida afectiva le produce un vacío existencial, de tal dimensión, que se vuelve un vacío de energía, y permite que las células degeneradas puedan invadirle, es porque estaba apegado, ese es el problema del apego, que yo debo reconocer.
Si alguien se va y yo lo vivo desde el amor, desde el desapego, sé que su consciencia está conmigo, lo dejo partir, no lo amarro.

Muchas veces, vemos a alguien al que se le muere el papá o la mamá pero no lo deja partir, eso es literalmente cierto, se queda con parte de su energía anclada al plexo solar.
Esa anclada energética, puede crear crisis de pánico, de hipertensión, cosas violentas en la clínica.
Si nosotros logramos, que la persona se sane, es su alma … la que lo sana.
El sanador no lo hace por el paciente, yo como sanador soy un imán que le doy la carga que su alma necesita, realmente, la sanación es rescatar la autonomía, la autogestión y la libertad del otro, para sanarse.

La verdadera sanación es, darte las herramientas para que tú, desde tu consciencia, te sanes, no desde tu consciencia racional, sino desde tu sentimiento, desde tu amor, desde tu afecto.

Frecuentemente cuando uno está haciendo una sanación, ve que la persona, aunque no le haya dicho ni una palabra, empieza a llorar y a sacar su resentimiento y luego siente una sensación de paz, que no es mi paz, es su paz, es la paz de Cristo que también habita en la persona que está siendo sanada.

La paz está ahí, ha estado siempre ahí, es parte de nuestra esencia, se trata simplemente de quitar todos aquellos apegos, aversiones, sentimientos, separatismos, toda aquella capa de ignorancia, para que la paz se revele tal cual es, y cuando la paz se revela, germina el amor y cuando germina el amor, la sanación es posible, aunque lo que tenga sea … un cáncer, o un lupus.

Pero no te culpes si no lo logras, porque tú participas también en los problemas genéticos de la herencia, de la humanidad como grupo.
Esto no es para creerse supermán, uno puede ser muy orgulloso y decirse “estoy triste porque no me curé el cáncer”, eso no es un fracaso, el cáncer es un maestro, a veces aprendemos la lección en una ocasión, otras veces necesitamos diez oportunidades y otras necesitamos cien vidas tal vez, pero lo importante es aprender la lección.
Uno no aprende medicina de un día para otro, hay lecciones sumamente complicadas y difíciles.
También nos diplomamos o nos especializamos en el alma, cuanto más grande sea el desafío, más grande es la oportunidad de crecimiento.

Yo solo les he puesto un ejemplo, de cómo podemos retomar nuestras emociones, identificar nuestras emociones, aceptarlas, no seguir huyendo de ellas, y así poder transmutarlas.
Pero una vez que sentimos la emoción, hay una pregunta fundamental
¿cuál es la lección que hay, debajo de esta emoción negativa?
¿Cuál era el mensaje, qué me quería decir esta actitud y esta enfermedad?
Cuando yo no digo NO, en la vida, termino resentido y con ira, pero la ira no es el problema, la ira me está diciendo, que hay que aprender a reafirmarme diciendo. NO.

La ira es la mejor estrategia de autoafirmación.

Cuando yo manifiesto la ira y la transmuto, esa ira se vuelve sanadora, es lo mejor de mi fuerza, mi ira barre y limpia la casa y hace las cosas más rápidamente, ustedes han visto a un ama de casa que en su ira, revolotea y el almuerzo está hecho a las diez de la mañana.
Yo sabía cuando mi mamá estaba iracunda, porque a las diez de la mañana mi casa estaba como un espejo.

Es así, la ira es una forma de energía que se puede transmutar físicamente, el hecho de que la transmutemos físicamente, no resuelve la fuente de la ira, la fuente de la ira es la necesidad de autoafirmarse, y la necesidad de autoafirmarse, es la necesidad de renunciar a la falsa complacencia.

Crecer espiritualmente, no es decirle que sí, a todo el mundo.
El crecimiento espiritual, no tiene nada que ver con la bobada, perdónenme la expresión, pero ser espiritual no es ser bobo, y ser tolerante no es ser bobo, la tolerancia no excluye la autoafirmación.

La autoafirmación es condición del crecimiento espiritual.

Así que yo tengo que descubrir la lección, debajo del evento negativo, porque el evento negativo no es sino… la apariencia, la sombra.

Pero esa sombra cuando la quito, abre una puerta de luz, una lección que yo puedo aprender en mi vida.
Dr. Jorge Carvajal Posada

El Dr. Jorge Carvajal, pionero en Medicina Bioenergética, nos habla…

Del miedo:

El temor, que es la ausencia de amor, es la gran enfermedad, el común denominador de buena parte de las enfermedades que hoy tenemos. Cuando el temor se queda congelado afecta al riñón, a las glándulas suprarrenales, a los huesos, a la energía vital, y puede convertirse en pánico.

De la ira:

La ira es santa, es sagrada, es una emoción positiva porque te lleva a la autoafirmación, a la búsqueda de tu territorio, a defender lo que es tuyo, lo que es justo. Pero cuando la ira se vuelve irritabilidad, agresividad, resentimiento, odio, se vuelve contra ti, y afecta al hígado, la digestión, el sistema inmunológico.

De la tristeza:

La tristeza es un sentimiento que puede llevarte a la depresión cuando te envuelves en ella y no la expresas, pero también puede ayudarte. La tristeza te lleva a contactar contigo mismo y a restaurar el control interno. Todas las emociones negativas tienen su propio aspecto positivo, las hacemos negativas cuando las reprimimos.

De la ansiedad:

La ansiedad es un sentimiento de vacío, que a veces se vuelve un hueco en el estómago, una sensación de falta de aire. Es un vacío existencial que surge cuando buscamos fuera en lugar de buscar dentro. Surge cuando buscamos en los acontecimientos externos, cuando buscamos muletas, apoyos externos, cuando no tenemos la solidez de la búsqueda interior. Si no aceptamos la soledad y no nos convertimos en nuestra propia compañía, vamos a experimentar ese vacío y vamos a intentar llenarlo con cosas y posesiones.
Pero como no se puede llenar con cosas, cada vez el vacío aumenta.

Del estrés:

El estrés viene de la competitividad, de que quiero ser perfecto, quiero ser mejor, de que quiero dar una nota que no es la mía, de que quiero imitar.Y realmente sólo se puede competir cuando decides ser tu propia competencia, es decir, cuando quieres ser único, original, auténtico, no una fotocopia de nadie. El estrés destructivo perjudica el sistema inmunológico. Pero un buen estrés es una maravilla, porque te permite estar alerta y despierto en las crisis, y poder aprovecharlas como una oportunidad para emerger a un nuevo nivel de conciencia.

De la alegría:

La alegría es la más bella de las emociones porque es la emoción de la inocencia, del corazón, y es la más sanadora de todas, porque no es contraria a ninguna otra. Un poquito de tristeza con alegría escribe poemas.. La alegría con miedo nos lleva a contextualizar el miedo y a no darle tanta importancia. La alegría suaviza todas las otras emociones porque nos permite procesarlas desde la inocencia. La alegría pone al resto de las emociones en contacto con el corazón y les da un sentido ascendente. Las canaliza para que lleguen al mundo de la mente.