lunes, 24 de febrero de 2014
“La cultura del servicio”
No romper nunca, sino que desanudar los temores. Somos un campo de conciencia. Somos un imán que tienen su diferencia de potencial. Un dedo no es sólo un dedo, es un instrumento precioso para crear, sanar… Las manos emiten energía. El movimiento se expresa en todo nuestro cuerpo. Cuando impongo mis manos pongo mi corazón, pongo mi alma. Imprimo a ello una dirección correcta. Conscientes de que somos uno, hacemos parte de la humanidad. Aunque no nos digamos nada, estamos íntimamente interconectados. Formamos una red de interconexión. Sanándote me sano. Tu muerte es la mía. Tu enfermedad también es la mía. Su locura es mi locura, su hepatitis es la mía. Sanarse es conectarse a la gran corriente de salud y de vida.
Cada neurona canta. Cada una es un sistema electromagnético, todas las neuronas danzan. El dedo es un láser de la conciencia. Estamos todos sumergidos en un mismo campo de conciencia. Enfermedad como desconexión del río de la vida. Sentir la vida es sentir la humanidad. Enamorarnos de la vida es la mejor terapia. El bien morir es el bien nacer.
No sabemos lo que ocurre cuando ponemos las manos, en esa cascada de electrones. Fluye tu energía, fluye lo que está en tu corazón. Cuando te escucho con amor, mi corazón emite un campo ordenante. Sanar es ordenar desde el corazón. Tenemos un poder infinito de restaurar. “Manos” (se refiere al curso de facilitación de pautas sencillas de sanación así denominado) es una actitud, no es un curso.
Tomar conciencia de a quién, cómo dónde se aplica. Dentro de cada uno de nosotros hay un maravilloso sanador. El intermediario no es tan importante. Así tengamos mil heridas, se puede manifestar el proceso de sanación. Estamos trabajando en Chile en entornos carcelarios. Están removidos, conmovidos, anhelando el día en que van de nuevo a hacer “Manos”.
– Jorge Carvajal – Febrero 2014
Suscribirse a:
Entradas (Atom)